martes, 8 de abril de 2014

... Y tú mujer...


"Y tú mujer,
que lloras silenciosamente,
que avanzas cautelosamente,
que sientes imperceptiblemente,
que amas incansablemente,
que escuchas pacientemente,
que abrazas inocentemente,
que esperas constantemente,
que buscas remotamente,
que ansías serenamente...
... lo que es tuyo...
... Lo que siempre fue tuyo."

 (Invierno de 1988)

    

...Pensamientos...

"... En cierto modo, todo en su vida había transcurrido demasiado recto, con un aroma decadente y gastado. Sus días eran como antiguas sombras de una equivocada decisión, de un erróneo destino.

   Nada podía hacer para cambiarlo, estaba rodeada de valiosos precedentes que no cederían a su insignificante ser; a su debilitada conciencia, a su inútil pretensión.
 
   Por ello, todo venía a su mente, como un concepto prefijado, con un contenido predeterminado por algo externo a su conciencia; por algo ajeno a ella misma. Tal vez, lo había querido así, no rechazaba esa posibilidad; nunca osó negar tercamente aquel relleno de nada que ahogaba sus propios pensamientos; nunca preguntó al mundo el porqué de aquel esquema, el porqué de aquel edificio inmenso de prejuicios... La causa de la invalidez de lo imposible. Nunca osó preguntar el porqué, los porqué... Tampoco habrían contestado -ellos mismos eran víctimas de su inactividad- de una inactividad forzosa, que desembocó en una estructura desordenada, de cadáveres voluntarios que, tal vez, conformó la mal llamada raza humana, la base de una sociedad que se veía derrumbada con sus propios interrogantes, con sus propias negaciones a ser verdaderamente humana.

   En cierto modo, no tuvo más remedio que parecerse al mundo en el que le tocó en suerte vivir. Hubo de ser igual a las mentes que a su alrededor merodeaban; no le quedó otra salida que actuar eternamente igual a los demás monstruos que asustaban su mente abierta hacia un túnel azulado que su imaginación le enseñó a crear. En cierto modo y, después de todo, no sabía hacer otra cosa que aceptar."
                            (Invierno, quizá primavera, de 1988)

               

viernes, 4 de abril de 2014

... palabras...

"Cómo era mi voz, antes de conjugar mi nombre en el presente histórico de sueños; cómo eran mis ojos antes de dibujar tu nombre en mis pupilas; cómo era mi boca, antes de que tus sueños bailasen en el interior de mis palabras; cómo eran mis manos antes de tus lágrimas nadasen gráciles entre las riberas dulces de mis dedos; cómo eran mis ojos, antes de que tu proyecto de amor, encendiera el foco iluminado para beber el objetivo siempre niño, siempre recién nacido de un amor que comenzaba a nacer a pesar de mi ceguera; cómo eran las noches, desérticas ancianas bocanadas de soledad que alimentaban de miedo las horas en que esa soledad era la única invitada; cómo soy yo, acaso un proceso del hoy que ansiamos dibujar, partiendo de un mañana elaborado con demora; acaso el boceto imperfecto de una sonrisa cuya ausencia derramó el ayer que me persigue, cual amante obsesivo que no quisiera abandonar el objeto de un amor enfermo, de un amor egoísta... de un amor, al fin y al cabo... "

(Algún mes de un invierno de finales del siglo XX)


... más rimas...

" En el trópico de ausencias me sitúo
  en una ciénaga de incógnitas marchitas
  vuela mi voz hacia el porqué añorado,
  ¿Qué pecado cometió mi risa?

  ¿Qué ignorancia acompañó mis sueños,
  que las sílabas austeras me delatan,
  de un delito que abrigó de lejos
  una ilusa dosis de esperanza?

  ¿Dónde están mis guías, no los veo?
  ¿Dónde la verdad que me alimenta?
  ¿Dónde la razón que me sustenta,
  de un deber cumplido con esmero?

   Si es verdad que existes, Dios amado,
   dame la batuta del triunfo,
   y así poder gritar a todo el mundo
   que si algún pecado he cometido,
   incumpliendo mi quehacer debido
   fue dar, lo que no debía de haber dado."

(Invierno de finales del siglo XX)